Siguiendo con el análisis de Neguijón, comenzaremos con el espacio número uno:
SEVILLA
¡Los presos se amotinan! Esta historia sigue la tropelía de la cárcel de Sevilla, donde encontramos a los personajes principales en dicho presidio. Tortajada es el capellán, el libero Linares (tuerto amante de los libros, ja) es un preso, el Muñones (manco que quiere ser escritor, doble-ja) también, el caballero Valenzuela –gentilhombre de Lopera- más todavía y Gregorio de Utrilla es el aprendiz de barbero, niño aún. Justo el día en que no hay médicos en la cárcel, los presos se amotinan y arman una revuelta. Los galeotes (criminales) odian a los porquerones (alguaciles) y se les vienen encima, haciendo de la cárcel una batalla campal. Nuestros personajes principales quieren sobrevivir, obviamente, y por ello logran embollarse en la enfermería, que defienden con ferocidad. En la batalla, Tortajada pierde una pierna, completando el irónico equipo conformado por un tuerto librero, un escritor manco, un caballero cobarde, un niño barbero, y un templario sodomita (el templario Iñigo no es muy importante para mí, así que no lo mencionaré mucho). ¡Qué ironía! ¡Qué curioso batallón! Sin embargo, aquí encuentro algo más importante, y es que creo que la enfermería esconde un gran simbolismo. ¿Saben lo que es un panóptico? Pues, es una cárcel, dispuesta de la siguiente forma:
Los pabellones estaban codificados según el pecado cometido (calabozos de la ginebra, la pestilencia, la tragedia, la chupadera, la rasca, el traidor, el pecado nefando, etc.). Aquí se refleja el afán de querer controlar todo del barroco. En el centro estaba el poder central, el "espacio oficial", el vigía, de donde se podía observar y controlar todo. En este caso, en el universo creado por Iwasaki, el centro es nuestra enfermería. No digo que la real cárcel de Sevilla sea de esta forma. No. Sin embargo, cuando uno lee esta novela, da la impresión que Iwasaki colocara a la enfermería en esta posición de forma simbólica, como el centro de poder donde se narran los hechos. Esto se puede ver de manera más clara en una de las escenas más graciosas. Los "héroes" tienen que hacer una muralla con algo porque la puerta ha volado, así que usan lo que está a su alcance: libros. Escogen entre todos cuales libros valen la pena ser guardados y cuales hay que usar de muralla. Me hace recordar a una escena también graciosa de Don Quijote, donde el cura y el barbero, amigos del ingenioso hidalgo, entran en su biblioteca a ver que libros había que destruir, porque tales lo habían vuelto loco a Don Quijote. Bueno, en Neguijón, los libros que aparecen en la enfermería tratan sobre diversos temas: viajes, sexo, mujeres, etc. ¿Por qué aparecen este tipo de libros en la enfermería? Lo usual sería encontrar libros sobre medicina o cosas parecidas. ¿Por qué razón aparecen estos allí? Si no lo han adivinado aún, la gran mayoría de gente en las cárceles era analfabeta. Esos libros nunca iban a ser leídos. Nadie los iba a leer, no importa de qué traten. Pero este es un "espacio oficial". Acceder a una cultura letrada es acceder al poder. Los libros están ahí para marcar territorio, para poner la banderita. Simbólicamente, es un espacio oficial, controlado y para decirles a los demás qué son y qué deben hacer. El barroco se caracterizó por eso, producían tal cantidad de libros, codificando todo (hasta el orden de las cárceles) para decirle a la gente qué pensar. Tenían una suprema confianza en su capacidad intelectual para tener a todo el mundo en "armonía". Obviamente estoy en contra de esto, y me alegra que Iwasaki lo coloque como crítica simbólica en este libro, porque hay que admitir que la idea de que "desde Europa se lee el mundo" está todavía presente. Desde aquí te digo qué es América, la China, la Cochinchina, etc. Los libros son su bandera, su símbolo de presencia.
Sin embargo, cuando se arma la tropelía, se difumina la separación entre pecados que antes había sido codificada en ese orden tan exacto. Todo se desordena, el control desaparece y el único espacio que no está todo entreverado es la enfermería. Se cuenta de que hay algunos galeotes que habían sufrido muchos dolores en la enfermería (resentidos sociales) y que querían vengarse. Ellos no se empecinan en escapar, sino en ir a la enfermería y darles vuelta a los que estuvieran allí. Antes codificados, el desorden producido por el motín les permite ir en contra de lo que representa el poder oficial, ir en contra de la institución (se les pinta como animales), y aunque no pueden escapar de la cárcel por ahí, van a atacarla. Lo irónico de esta parte es que en la enfermería no hay ningún médico. ¡Están peleando entre ellos! No hay médico en el poder oficial y los que se están defendiendo son tan absurdos como los atacantes. Sin embargo, los que están defendiendo la enfermería, nuestros héroes mancos, cojos, tuertos, cobardes, tienen algo en común que los vincula al poder oficial. Todos, todos, pero todos, SABEN LEER. Ese es el punto en común presente, son letrados, por eso tienen acceso a la cultura oficial barroca. Aunque a simple vista no parece, es una crítica muy dura esta forma de pensamiento. En la España colonial, la letra era la forma de acceso al poder, lo que es impreso legitima, da valor. Saber leer te da acceso a la cultura oficial. La parodia es que ellos no saben pelear, un poder oficial que no sabe lo que hace; pero esta novela reafirma simbólicamente ese carácter discriminador a través de la letra. Un carácter aún vivo hoy.
Cuando los "héroes" ya no pueden más, llega el Marqués de Montesclaros, un ridículo más, pero mayor representarte del poder oficial, y son libres por él. Además de este ser una más de las tantas críticas que existen a los nobles que no son realmente "nobles", me hace recordar al teatro español, donde al comienzo todo está en orden y controlado, luego todo es caos (de hecho la parte más interesante) y al final llega un representante del poder oficial a poner todo otra vez donde era su sitio.
De esta forma, podemos notar que esta primera parte critica la discriminación por la letra, muy patente hasta hoy en día, y el pensar de que "desde Europa se lee el mundo". La sensación de control, de armonía barroca nos refleja la absurda relación entre la realidad y lo que se quiere imponer a la fuerza, el "debería de ser" sin fundamentación, sin arreglar el problema, sólo cubriéndolo y siempre dando el crédito de la solución a un representante del poder máximo, legitimizado por la letra.
¡Pronto subiré la tercera parte!
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