8 de setiembre de 2008

CORRE MIENTRAS PUEDAS

No sé lo que me sucede.

Primero, ese terror indescriptible que me empiezan a causar los grupos de gente felizmente hueca pero curiosamente bien cimentada. Luego, la falta de temas para escribir. De lo que hago, no me gusta nada en particular, pero me desagradan demasiadas cosas. Por ejemplo, tengo que terminar un guión de una película pronto, y nada de lo que hago me convence. Sólo tengo la esperanza de que este ejercicio ayude a completar la segunda parte de una novela que hice hace algún tiempo.

Por si fuera poco, estos días han fluctuado entre la creatividad mediocre y la flojera que te exigen los estudios. Sin embargo, estoy feliz en un estado singular. Muy renegón cuando escribo, a veces, pero feliz de no estarlo. Puede de que al leer esto piensen que lo que digo no tiene coherencia, pero, acotaría, que estoy tratando de proyectar los dictados de una mente confusa... la cual, aún cuando parece estar en standard-mode (modo "cuerdo"), está muy lejos de ser racional o coherente.

Lo que me sorprende más de estos días, es que al parecer alguien me ha hecho daño. De manera muy extraña, me siento casi vulnerable, como si las cosas a mi alrededor me importaran más, como si de pronto necesitara más de otros de lo que normalmente un humano necesita... pero a la vez, rechazo todo contacto que la vida me da. Es como si temiera al ser humano, al lobo del hombre, al Leviatán en chiquito, pero lo ame con todas mis fuerzas.

Por ejemplo, la otra vez una chica me invitó a salir. Usualmente, yo invito a salir a alguien, al cine o a dónde sea... pero aquella vez fue una chica la que me invitó. Y dije que NO. Cuando me han invitado chicas, termino haciendo parecer que yo las he invitado (gual termino pagando), más aún cuando muero de ganas por cambiar de ambiente. Pero esta vez, me negué rotundamente, y era una chica... cómo decirle... "prometedora". Si alguno de mis amigos leyera esto, pues, pensarían que estoy loco.

Sin embargo, he concluido que me comporté así porque ella no era lo que yo buscaba en ese momento.

Hoy me pasó algo parecido. Salí de clase de Comunicación Intercultural, y me fui a almorzar solo. Cuando llevaba mi comida por la mitad, una chica, muy linda, se sentó a mi costado preguntando si podía comer en mi mesa. Yo sonreí, y dije que sí.

Pero lo que hice fue comer rápido (algo que ya no hago desde mucho) y dejarle la mesa para ella sola, sin hacerle conversación ni pretender impresionarla... algo que tal vez, hace algún tiempo, habría hecho sin pensar, instintivamente. Simplemente, me despedí y, así como había sonreído al verla, sonreí al retirarme.

Mi sonrisa era falsa. Lo es últimamente, aunque, como me arrugo al hacerlo, a veces hasta yo creo que es real. Pero la verdad es que, aunque yo quiera negar lo que me está pasando, sé las causas y motivos a este caos intracerebral que revuelve el interior de mi capacidad craneana. Y justamente se trata de una sonrisa, pero no es la mía.

Aquella vez, cuando rechacé salir con esa chica, y hoy, cuando me retiré de la mesa con rapidez... sólo pensaba en una sonrisa que se me escapaba. Esa es la razón, lamentablemente. Y hasta HOY no quería reconocerlo.

Así cómo se me va la inspiración, la cordura y mi coherencia retentiva para conectar un párrafo con otro, se me escapa ella, al no querer gritar por los cuatro vientos que, a pesar de mis esfuerzos, tengo un corazón.

Y palpita, ¡maldición!... palpita.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

no dejes q se vaya...
porque talvez y solo talvez ella sea y la habras perdido!

Rogger Vergara Adrianzén dijo...

Hmmm... no entiendo...


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